en tu lado de la cama,
empujando por la noche
y con machas de café de madrugada,
susurrando tu nombre,
empañando las ventanas,
con marcas de sonrisa en las cortinas
y carmín en el cuello de tu almohada.
Dejando un rastro vainilla,
ni chanel ni otras burradas,
solo tu olor, taponando,
el naranja de este alba.
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