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domingo, 29 de junio de 2014

Al gigante de papel que recondujo mi vida.

El gigante de hierro 
se vuelve papel
después de todo tiene su corazoncito,
y con sudor en la frente
y manos temblorosas,
tartamudea su amor 
entre te quieros ahogados
que salen a flote
cuando, cada noche,
abraza a la almohada
y recuerda los ojos café
que a kilómetros de distancia
le echan de menos,
y juran esperar 
mil atardeceres
por volver a perderse 
en su mirada.

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