A veces veo parejas de la mano, sonriendo, en mitad de todo
este frío, que suben a casa, y dormirán juntos después de hacer el amor en cada
rincón de su pequeño oasis de paz, para entrar en calor. Y les envidio.
Sanamente. Daría cualquier cosa por tener esa sencilla rutina contigo. Dormir
juntos cada noche, y despertar abrazados, enredados, por donde se cuele un beso
de buenos días que aún conserve el sabor de nuestras mejores noches, cuando los
rayos de sol tropiecen perezosos entre las rendijas de las persianas, y te
acurruques en mi cuello, asegurando que la mañana no ha llegado, que haga café
y me quede, a lo que pensaré ¿Por qué no? Y haré tanto café como para no
marcharme nunca.
Porque estés donde
estés,
Me lees siempre.
A C.
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