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martes, 24 de marzo de 2015

Carcajada en un arpegio.


Esa forma
que tienes de no estar
cuando te lucho una sonata
repleta de bemoles
que alterados por tus ojos
convergen a sostenidos.
Cuando tristesse 
deriva en un Allegro
(ma non tropo)
y Chopin
se vuelve loco
al verte sonreír.
He modulado tantas veces
que me faltan claves
para componerte
todos los aleluyas
que me quedan por gemir.
Y pobre Handel.
Que su música
enfrentada a tus suspiros
parece un simple borrador.
Verás
cuando se entere el director
de quien lleva la batuta
en la orquesta
de este amor.

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