Puede que esta sea
mi disculpa más sincera
que el arder
titilante en mi mirada
aún no sepa que hacer
con tanto invierno,
y yo
que me hundo en mis tormentas
no quiero arrastrarte
a este naufragio,
ahora,
niégame
el coraje (o la estupidez)
de adentrarse
en alta mar
sin barco
y nada que perder.
Pero a pesar
del mar salado
y todos mis truenos
jamás
he querido hacerte daño,
que aunque he disparado
a muchos,
a ti nunca
te he apuntado.
"Que aunque he disparado a muchos, a ti nunca te he apuntado".
ResponderEliminarMe has endulzado la mañana del domingo.